Litre

by Ignacia



Cuando la Caro me invitó a escribir un artículo en el blog de Litre, lo primero que se me vino a la cabeza fue simplemente el litre, un árbol muy especial, penosamente más conocido por un aspecto negativo que positivo: Si lo tocamos, puede producir una alergia bastante fuerte que irrita la piel. Por eso, el litre fue el primer árbol que aprendí a reconocer cuando era chica e iba al cerro. Se dice que si lo saludamos no nos dará esta alergia, y desde entonces cada vez que veo uno le digo: “Buenos días señor litre”. No sé si será verdad, pero ya me acostumbré a saludarlo así y con él aprendí a saludar al quillay, al peumo, al espino y a todos los que lo acompañan. Así, cuando voy al cerro nunca me siento sola.

Pero hay otro aspecto que ha hecho conocido al litre: La famosa tierra de hoja de litre. Si le preguntas a cualquier persona qué tierra se puede usar para sembrar y plantar, te va a responder: ‘’tierra  de hoja’’. Esta se puede comprar en todas partes: jardines, tiendas de hogar, viveros e incluso supermercados. Todos compran y usan esta tierra, pero pocos saben o se preguntan qué es y de dónde viene realmente.

 

La tierra de hoja es la capa más superficial del suelo en donde se acumulan los restos de materia orgánica del bosque como hojas secas, ramas y palitos, frutos, semillas y flores. También incluye excrementos de animales, insectos secos, huesitos, nidos viejos, plumas, restos de musgos, raíces, hierbas, corteza, entre otras cosas.  Al descomponerse todos estos materiales, se transforman en una rica tierra negra, que mezclada con el resto de los materiales aún no descompuestos, forman una capa blanda y esponjosa parecida a un colchón, que funciona como la piel protectora del suelo.

Las semillas de las plantas del bosque encuentran en este colchón el lugar ideal para crecer y desarrollarse. También sirve de hogar para pequeños insectos y animales, protege al suelo de temperaturas extremas, absorbe y mantiene la humedad, evita la erosión del suelo disminuyendo el impacto de la lluvia, el viento y los rayos del sol. Si la observamos con más calma y detención, podremos darnos cuenta de que es más que un conjunto de materiales distintos. Podemos notar que en ella hay vida y mucha actividad, y que cada integrante es esencial para que la tierra cumpla sus funciones.

 

La mayoría de la tierra de hoja que se vende en Chile es sacada del suelo de bosques nativos de la precordillera. Para lograr este proceso, se extrae la tierra blanda y la materia orgánica del bosque y el suelo queda sin su protección; las semillas no tienen donde desarrollarse, los insectos donde vivir y esconderse, los pajaritos donde buscar comida y materiales para sus nidos. En invierno, la lluvia cae y el agua corre por encima del suelo sin que exista nada que la retenga. Así, la fuerza de las gotas rompe el suelo y este no es capaz de absorber agua para los árboles. Eso no es todo, durante el verano el sol seca la tierra tan rápidamente que los árboles se quedan sin reservas para aguantar el calor. Así, poco a poco se enferma un ecosistema completo.

Quizá nosotros no vemos estos cambios de manera tan drástica, pero esto pasa porque la naturaleza tiene otros tiempos, distintos a los nuestros. Si bien estos tiempos son más difíciles de percibir, esto no evita que la naturaleza esté en constante movimiento y que los bosques nativos se encuentren amenazados en este preciso momento.

Hoy en día, hay muy pocos lugares en los que se fiscaliza la extracción de tierra de hoja de los bosques nativos. Pocos saben el daño que su extracción causa y por esta razón, la gente sigue comprándola.

Por todo lo anterior, no debemos usar tierra de hoja de bosques nativos. No robemos a la naturaleza, en vez de esto, imitémosla. Hagamos nuestra propia tierra de hojas, compost o incluso humus. De esta forma, estaremos haciendo jardines o huertos sin dañar ecosistemas que han existido desde antes que naciéramos.

Muchos te lo agradecerán.