Plantas de las rocas, plantas de la arena y de las terrazas litorales

by Javi Diaz

…y tu,

pequeño

héroe

erizado,

tranquilo

entre las piedras,

inmóvil,

sin ojos y sin hojas,

sin oídos y sin nervios,

duro, con tus raíces minerales

como argollas terrestres

metidas

en el hierro del planeta….. (P. Neruda)

Antes de que se terminen las vacaciones y el verano y con el último post de la Caro, me dieron ganas de escribir un poco más sobre las plantas nativas en la costa chilena.

Las costas, únicos entornos del planeta donde entran en contacto, con interacciones y retroacciones, el mar, la tierra y el aire, constituyen espacios de alto valor paisajístico y de muy rica biodiversidad (Paskoff, 2005, Gómez et al, 2006).

Las plantas del matorral costero han debido adaptarse a condiciones bastantes difíciles, como aridez, suelos arenosos (generalmente pobres y de rápido drenaje), fuertes vientos, alta radiación solar, salinidad, entre otras. Generalmente presentan forma arbustiva, como cojines, pero también hay pastos duros, cactus y suculentas y muchas herbáceas que florecen en primavera y luego mueren dejando un bulbo, papa o semilla bajo la tierra, en espera de la próxima primavera.

Gracias a estas adaptaciones, y dado la fuerte presión humana de sus hábitat naturales (demográfica, productiva y recreativa), estas plantas son las más necesarias y adecuadas, aunque aún poco utilizadas, para jardines, paisajismo y restauración ecológica. Y nada tienen que envidiarle en hermosura a otras plantas exóticas los suspiros, patas de guanaco, puyas, chupallas, quiscos y alstroemerias, si hasta Pablo Neruda le dedicó una oda al quisquito!